El Obispo auxiliar de Madrid, Mons. D. Fidel Herráez Vegas, presidió en la iglesia parroquial de la Concepción de Nuestra Señora de Madrid, una solemne Eucaristía en Acción de Gracias, por el XIII Aniversario de la Aprobación Pontificia de los Heraldos del Evangelio. Concelebraron con D. Fidel, el Vicario Episcopal de la Vicaría VIII, Mons. Javier Cuevas, el Vicario Episcopal para el Clero, Mons. Justo Bermejo del Pozo, el Conssejero de la Nunciatura Apostólica, Mons. Javier Fernández González, el párroco de la Concepción, D. José Aurelio Martín Jiménez, el Presidente de los Heraldos del Evangelio en España, D. Pedro Paulo de Figueiredo, E.P. y otros 13 sacerdotes.
En su Homilía Mons. Herráez recordó que: “A cada una de las Eucaristías siempre tenemos que venir nosotros con toda nuestra vida. No podemos dejar nada fuera de aquello que estamos viviendo, para abrirlo a la palabra del Señor y para abrirlo a su paso de muerte y de resurrección. De muerte vivificante, de muerte resucitadora. Acción de Gracias por todo aquello que sea positivo y bueno, y también poner todo aquello que está siendo motivo de cruz o de dolor, para que en Cristo se vaya transformando en resurrección. Por eso, hoy todos traemos efectivamente nuestra vida. Pero, de un modo concreto y especial los Heraldos del Evangelio traen la acción de gracias, porque hacen 13 años que fueron ya aprobados de un modo público en la Iglesia. Fueron aprobados como una Sociedad Internacional de Fieles”.
Refiriéndose al Fundador y a las características de los Heraldos, el obispo auxiliar de Madrid recordó que “fueron fundados por Mons. Joâo Clá y procuran cuidar mucho la formación, la formación teológica, y por su puesto en primer lugar la formación espiritual. Y tienen un subrayado especial a la Eucaristía, a María y también procurando una fidelidad clara al Santo Padre. Por supuesto que todos nosotros nos unimos a la Acción de Gracias que hoy ellos celebran por esta Aprobación Pontificia”.
Comentando los textos de la Liturgia del VII Domingo del Tiempo Ordinario, Mons. Fidel Herráez señaló luego que las lecturas nos orientan “hacia la realidad nuclear también de nuestra Fe, al ser mismo de Dios, participado amorosamente en regalo por nosotros. Tanto la primera lectura del Libro del Levítico, como el fragmento del Evangelio, nos hablan del amor hecho perdón, del amor a todos, pero en primer lugar del amor a Dios, y del intento también y del esfuerzo por –la Primera Lectura nos dice – por ser santos como Dios es Santo. Y el fragmento del Evangelio, por intentar ser perfectos como nuestro Padre del Cielo es perfecto. Y es que lo coherente es justamente que vivamos así. ¿Por qué, por qué es coherente?.Porque si todo y todos hemos tenido nuestra fuente, nuestro origen en Dios, y Dios -lo sabemos, porque El nos lo ha dicho-, es amor, amor en plenitud, amor total, lo coherente es que el conjunto de la realidad que ha brotado de su amor, de su ser sea reflejo de ese amor también total”.
D. Fidel recordó que “el ser sabios, el ser auténticamente sabios, no consiste en llenar nuestra cabeza de conceptos y de ideas. Naturalmente bien nos viene conocer todo lo que podamos. Las realidades y estructuras de este mundo. Claro que sí. Pero la auténtica sabiduría de Dios tiene que ir más por este saborear. No olviden que la palabra sabiduría viene de Sapiencia, sapere, saborear… Es sabio el que saborea la existencia al modo de Dios. Ese es sabio hijo de Dios. Por eso San Pablo nos invita a tener esa sabiduría, que no es simplemente de este mundo, sino que es de Dios”.
Señalando una de las notas del carisma de los Heraldos Mons. Herráez al finalizar la Homilía expresó que: “En esta tarde a la vez que presentamos nuestra Acción de Gracias ahora en la Eucaristía, nuestra acción de gracias por los Heraldos, extendidos por todo el mundo. A la vez que le presentamos la acción de gracias, y le pedimos a Dios para que sigan siendo fieles al regalo que Dios ha hecho a la Iglesia con ellos y a través de ellos. También le pedimos que sigan siendo anunciadores de esta buena noticia, de esta buena noticia a la que ellos están llamados por don y por carisma; pero también vamos a pedirle en este VII Domingo del Tiempo Ordinario, que el Señor nos ayude a ser muy buenos hijos suyos y muy buenos hermanos entre nosotros.
Y se lo pedimos todos a través del inmenso y singular amor de nuestra Madre, la Virgen. Ella, que sí fue sabia con la sabiduría de Dios. Que Ella les acompañe a los Heraldos, ya que ellos tienen una especialísima devoción a nuestra Madre la Virgen, pero que nos siga acompañando por supuesto a todos y a cada uno. A las familias, a los esposos, a los padres con los hijos y a los hijos con los padres, a las comunidades parroquiales, a las comunidades diocesanas. Que a todos nos acompañe el cariño y la protección de nuestra Madre. Y que también nos dejemos acompañar por Ella” concluyó el Obispo auxiliar de Madrid.
El Coro de los Heraldos del Evangelio acompañó con sus músicas la Eucaristía, en la que además de fieles de la parroquia, participaron representantes del Foro de Laicos, de la Delegación Diocesana de Apostolado Seglar, de la FMOEI, de Manos Unidas, de Vida Ascendente, de Domus Mariae, de la Real Esclavitud a la Virgen de la Almudena, de la Sociedad de San Vicente de Paul, y de otras realidades eclesiales, que quisieron acompañar a los Heraldos del Evangelio en su acción de gracias.