Consagración a Jesús por las manos de María

Apreciados hermanos

¡Salve María!

 El 6 de diciembre se ha dado en Toledo un acto que ha trascendido en cielos y tierra; más almas se han decidido por una vía particular de vinculación con Nuestra Señora, y han entendido que, en un clima de profunda perturbación, no hay mejor vía para llegar a la salvación eterna, que confiar la Ruta a Aquella que ha sido concebida sin mancha original.

 El mundo actual difunde un profundo pesimismo; esto es palpable de modo especial en los modelos que proporciona a la juventud. Los Heraldos del Evangelio defendemos que es la Fe, vivida dentro de la Iglesia Católica, con la vibrante y entusiasmada obediencia al Santo Padre, protegidos y arropados por el manto de la Virgen, la que da sentido a la vida, la ordena y explica de manera convincente. Que la colaboración con la Gracia Divina, para alcanzar la santidad constituye la verdadera vida del cristiano. Y que esta vida, que es el camino para llegar a la felicidad celestial, merece ser vivida de una manera visible y convencida.

 Debemos ser conscientes de que no son nuestras cualidades la que nos califican como verdaderos hijos y devotos de la Virgen; sino nuestras debilidades, reconocidas y entregadas al cuidado de Nuestra Señora. Este radical acto de confianza, que establece una especial relación con Ella, debe iluminar de ahora en adelante el apostolado con aquellos que nos rodean, de manera que puedan reconocer en nosotros a los hijos de la Iglesia Católica que somos, y de esta manera poder ellos mismos acercarse a la vida de la Fe.

 Si en nuestras situaciones diarias encontramos un clima hostil o indiferente, no serán nuestras fuerzas que conseguirán romperlos; será nuestra vinculación con la Virgen Santísima, y nuestra disposición a servirle de instrumentos, la que permitirá iluminar nuestro entorno con la verdadera Luz, la del Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo.

 Es por esto que el acto de Consagración a Jesús por las manos de María, con el que se inicia una participación más intensa en la familia espiritual de los Heraldos del Evangelio supone una cumbre, pero no el fin de una cordillera. Debemos, de ahora en adelante, pedir y rezar más gracias que nuestro apostolado diario conduzca más almas al amor a la  Sagrada Eucaristía, a la Virgen y a la Iglesia, y con ello, convencernos profundamente de que el futuro es luminoso y grandioso: en él, el Inmaculado Corazón de María triunfará.

 En nombre de los cinco nuevos cooperadores: Dª Pilar, D. Enrique, D. Emilio, Dª Marina y Dª Nieves, El grupo Nuestra Señora del Pilar de los Heraldos del Evangelio de Zaragoza, se compromete a un apostolado diario de conquista de almas y pide la oración de todos y muy especialmente la de nuestro Fundador Mons. Joan Clá.

Zaragoza 11 de Diciembre de 2012

Fernando Galán Villacampa

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